Monólogos de una herida
Soy una herida, no de cuchillo ni de
cipote.
Soy una herida, que sucedió allá por
los senderos.
Soy una herida, no mortal pero si de
riesgo.
Soy una herida, no dejaré huella,
pero si recuerdo.
Soy una herida, no amante de lo pasajero.
Soy una herida, entro por los labios
y salgo por las venas.
Soy una herida, no con estilo pero si
con ardor.
Soy una herida, sin glamour y sin
veneno.
Soy una herida, callada pero fiel
oyente.
Soy una herida, testigo y creyente,
pero no practicante.
Soy una herida, no compartida pero si
infecciosa.
Soy una herida, me miran y no les
miro.
Soy una herida, doy placer y después
te admiro llorando.
Soy una herida, me implanto y no me
reinvento.
Soy una herida, calmante pero
confundo.
Soy una herida, me voy sin
explicación y regreso contenta.
Soy una herida, no duelo.
Ya que parezco ser buena, fiel a mi definición y loca con pasión, aparezco
de vez en cuando en una fiesta, o ¿cómo es que dicen? Ah si, un parrandón.
Aparezco de vestido y con tacón, o de jeans, frac o camiseta. Me desinhibo con
alcohol y encuentro pareja. Tomo la mano y nos vamos agarrados de la camiseta.
Bailamos con descontrol o hablamos con indirectas. Tocan el son y dejo atrás lo
de santurrona. Me desenfreno como droga de distribución y entro por la boca.
Paso por tu tráquea y me implanto en el corazón.
Allí, en esa soledad en donde se encuentran mis amigas, y es que solas, no
hacemos daño, pero en cuchubal nos repartimos todo el daño. Nadie gana, todas
arruinamos por igual, y al final, aunque seas guapo o bella, desclasificamos tu
corazón. Lo disecamos y convertimos en algo más que en algodón. ¡Ojalá fuera
dulce! - dice mi compañera, y es que es amargo como el ron. Gracias te damos
por rencontrarnos, pues somos especie en extinción. No porque seamos pocas,
pero algunas ya evolucionaron y nos dejaron atrás. Otras se replegaron, extraña
la cosa, y otras pocas ya no solo habitan, también se adueñaron de un señor,
que con hijos y familia, sigue cayendo, tragándonos por montón.
Gracias de nuevo, compañero.
¿Que no soy de cuchillo ni cipote?
No, soy del corazón.
¿Que sucedí en los senderos? Si,
todos los de tu cuerpo.
¿Que no soy mortal? Lo dije, lo soy
de riesgo.
¿Que no dejo huella? Lo dije, si
recuerdo.
¿Que no soy amante de lo pasajero?
Que va, soy fanática.
¿Que no entiendes? Cortarás tus venas
al recordarlo.
¿Que no tengo estilo? Lo dije, tengo
ardor.
¿Que no tengo glamour ni veneno? Lo
sé, tengo "cariño".
¿Que soy callada? Lo dije, solo fiel
oyente.
¿Que me siguen? Lo dije, y eso sin
ser amante.
¿Que no soy compartida? Lo dije, soy
infecciosa.
¿Que me miran? Lo dije, de su rostro
ni me recuerdo.
¿Que doy placer? Lo dije, te cobro y tú
paras llorando.
¿Que me implanto? Lo dije, y no
reviento.
¿Que seduzco? Lo dije, y no me
reinvento.
¿Que soy calmante? Claro, y también
confundo.
¿Que me voy? Bromeaba, aquí sigo, si,
y contenta.
¿Que no duelo? Dígalo usted honorable
dama o caballero.